jueves, 20 de junio de 2013

Un Gran Día

Médico. Cómo no. Otra vez lo mismo. Esa eterna espera, que dice cómo lo has hecho en las últimas semanas: ¿Subir, bajar? Nerviosismo. Al final, llega el momento. Aunque te digan que es mejor no mirarlo, que lo importante es la actitud, tú lo haces. Y un simple número puede hacer que se te venga el mundo encima (o no).

Hoy me ha tocado. He tenido que ir, porque en el fondo, nunca es un momento agradable. O ganas tú o ganan tus padres. De todas formas, vas a acabar mal. Hoy me ha tocado ganar a mí: no he ganado peso (he perdido incluso un kilo) a pesar de haber tenido más de un atracón. Igual ha tenido algo que ver el haber estado evitando las comidas el resto de veces... Esto me ha hecho darme cuenta de que quiero salir de aquí. No quiero ir dando bandazos: quiero comer mis raciones normales, no comer tres macarrones y dos horas después inflarme a chocolate. Es duro, pero es así. Tras una larga charla con el médico, hemos llegado a un acuerdo: me aumentan las raciones de las comidas. No puedo comer y quedarme con hambre, porque luego pasa lo que pasa. Lo que pasa es que no sabía que yo había desayunado una basura, y me estaba muriendo de hambre.

Por eso, nada mas llegar a casa... atracón. Atraconazo, mejor dicho. Chocolate, tostadas, mantequilla, galletas, nutella... todos esos alimentos que luego me dan asco y evito. Y no podía parar. No quería, porque la técnica que he usado ha demostrado ser eficaz: luego como poco, me salto la merienda y listo. Pero no. Ahora estoy con remordimientos. Pero, con suerte, esta vez son distintos: no son los remordimientos de: voy a engordar, me voy a poner como una foca... no, son los remordimientos de: qué mierda de dieta estoy cogiendo, así no voy a ser sano... Pero es que me encanta. Cada bocado de chocolate es un bocado de esa libertad que yo mismo me he quitado: la libertad de comer bien. De comer normal. Estas subidas y bajadas no pueden ser buenas. Además, nada de ejercicio, porque todavía los mareos están ahí. Me he dicho: 'Mañana empiezo con una alimentación equilibrada'. Pero no. Tiene que ser hoy. No puede esperar más. Es una carrera contrarreloj, y cada segundo es oro. Cada segundo afecta a tu salud. Que madre no hay más que una, pero salud también. Y se me está jodiendo por momentos. Tic, tac, tic, tac... el tiempo corre. O empiezo ya o esto no acabará nunca.

Estoy determinado. Determinado a dejar las mierdas. Determinado a empezar de cero, por difícil que sea. A aprender a comer 100 gramos de macarrones sin sentirme mal y luego controlar mi instinto con el chocolate y las galletas. Porque así no, hay algo que no está bien. No puedo afirmar para nada que sea más feliz que antes de todo esto. Porque eso es mentir. Necesito recuperar: ganas de vivir, energía, control, felicidad... Cosas que parecen que han desaparecido. Pero no. Están ahí. Y yo os voy a encontrar, cueste lo que cueste. Porque esta vez sí. Es la definitiva.

Una reflexión:



Y es que tiene razón. Hay que empezar a creer en uno mismo, a creer en una recuperación. En un término medio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario